El Castell de Claramunt
Hoy, antiguos castillos como el «Castell de Claramunt» siguen en pie a pesar de las condiciones naturales y hechos históricos que pudieran afectarlos, convirtiéndolos en un atractivo cultural para el viajero curioso.
Los castillos medievales adornan el paisaje europeo, maravillas de la construcción, obras erigidas más importantes de la época; por su diseño arquitectónico, su ubicación estratégica y por su compleja funcionalidad.
Utilizados como hogar, almacén y tribunal. Para defender y proteger los dominios del señor feudal, representaban el orden para unos y la opresión para otros. En ésta ocasión hablaremos del Castell de Claramunt.
El «Castell de Claramunt», se edificó durante el siglo X bajo el arte románico, en una colina a 453 m de altura, en lo que actualmente es el municipio de La Pobla Claramunt, Barcelona, España. Posee una superficie de 5400 m².
Cuenta la historia que este recinto fortificado perteneció a la Familia de los Caballeros de Claramunt desde el siglo X hasta el XIV cuando pasa a las manos de la Casa Cardona.
Durante la guerra civil catalana ocurrida en el Principado de Cataluña (1462-1472) entre los partidarios del rey Juan II de Aragón Conde de Barcelona y las instituciones catalanas. La Generalidad de Cataluña ordenó la destrucción del Castillo. Porque sería una “amenaza” para sus intereses ya que los Conde de Cardona estaban de lado del Rey.
Reconstruido en 1484 por el Conde Joan Ramon Floc. El Castillo fue testigo de múltiples condenas cuando ahí se instauró el Tribunal de Justicia de la Baronía de la Conca de Òdena, de la ocupación por las tropas del rey Felipe II durante la la Guerra de Sucesión Española y un siglo más tarde sufrió varios saqueos mientras ocurría la la Guerra de Independencia Española.
El Castillo en la actualidad
En 1988 es reconocido como «Bien de Interés Cultural» y como uno de los 10 mejores castillos de Cataluña que visitar. En la actualidad está abierto al público donde podemos vislumbrar la historia antigua e imaginar cuántas historias podrían contarnos sus paredes